Noemí Gómez recoge las huellas del camino
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Noemí Gómez recoge las huellas del camino
Una vez cruzado el umbral de la jubilación, la académica del DPES reflexiona sobre el trayecto recorrido, durante el cual desarrolló su pasión por trabajar de manera directa con los sectores populares y hacer investigación en diversos ámbitos. “Estoy cerrando una etapa en la que el ITESO fue muy importante”, dice y describe a la universidad como “un espacio lindo para habitar”.
Édgar Velasco
Corría el año 1991 y Noemí Gómez trabajaba en un proyecto de educación popular que la Compañía de Jesús tenía en una colonia de la zona de Oblatos. Aquel año el proyecto cerró. Teódulo Guzmán, SJ, le sugirió entonces que fuera a la Dirección de Integración Comunitaria del ITESO, que en ese entonces, recuerda Noemí, “era un changarrito que se encargaba del servicio social y de otros proyectos dirigidos a la formación en el compromiso social de la universidad”. Ahí, en el changarrito, se encontró con Jorge Narro, Catalina Morfín y otras personas. Y desde ahí, desde comenzó a andar un camino que recientemente ha llegado a su final: luego de más de 30 años, la académica del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) ha llegado al momento de la jubilación. “Me siento bien, me siento en paz, me siento vital. No me siento como cerrando la vida, sino como cerrando una etapa en la que el ITESO fue muy importante”, dice.
Elba Noemí Gómez Gómez (Guadalajara, 1963) estudió Psicología en la Universidad de Guadalajara; en el ITESO cursó la Maestría en Investigación Educativa y el Doctorado en Estudios Científico-Sociales. Como investigadora, es integrante del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores, Nivel I. Formó parte del entonces Centro de Pedagogía Ignaciana y del equipo que diseñó el modelo de los Proyectos de Aplicación Profesional (PAP), formó y coordinó equipos docentes. “Nunca acepté cargos de dirección”, dice y explica: “Siempre pensé que podía aportar más en otros encargos”.
La voz de Noemí es amable, cordial y segura. Resuena en la sala de profesores del Edificio M, desde donde saluda —unas veces con la mirada; otras, con un gesto; otras, con la mano— a quienes pasan por ahí. Está de regreso en la Universidad donde pasó tres décadas y los tiempos recientes, dice, han sido una oportunidad de “volver sobre los pasos para recoger mis huellas”.
Los pasos de Gómez Gómez comenzaron a los 17 años, cuando comenzó a dar clases de preescolar, luego de secundaria y después de bachillerato. “Siempre fui una apasionada de ser profesora”, recuerda y puntualiza: no cualquier profesora: siempre buscó apostar por un modelo que describe como “participativo”. Eso, que comenzó siendo un sello de su práctica docente, se convirtió también en impronta de su ejercicio académico.
De eso hablará después. Primero comparte que antes de llegar al ITESO su pasión era la militancia social. “Yo venía de la militancia social… militancia, militancia”, reafirma con orgullo. “De mítines, marchas, etcétera”. Siempre trabajó con los sectores populares y con poblaciones vulnerables. Llegó a trabajar al ITESO, escuela donde una de sus Orientaciones Fundamentales es, precisamente, el compromiso social. Y entonces hubo que preguntarse cómo combinar su militancia con el rigor académico. Así acuñó lo que describe como el lema de su trabajo académico: “Ni fatalista ni apologético”. Y así perfiló el que sería el tema presente en cada una de las investigaciones que realizó durante su paso por la universidad: “La capacidad de agencia de las personas, su ser protagonistas”, buscando, agrega, el equilibro para “no sofocar la voz de las personas”. En el fondo, lo que ha buscado siempre es “ser coherente con lo que crees y leal con la institución”.
Recuerda que cuando llegó al ITESO se trataba de un espacio más “casero, familiar”. Sabe que los tiempos han cambiado y que la universidad ha crecido y muchos procesos se han sofisticado para crear estructuras que permitan seguir dando respuesta a las necesidades sociales. “Siempre encontré intersticios para ser yo y trabajar en los temas que me interesaban, y siempre he encontrado gente con quien trabajar con la convicción de que la universidad debe servir a la sociedad sí o sí”.
El Repositorio Institucional del ITESO (REI) arroja 97 títulos relacionados con Noemí Gómez Gómez. Abre muy grandes los ojos cuando escucha el número. “Yo no llevo la cuenta”, dice. Tampoco puede enlistar muy bien los temas: “Si hay un tema del que se necesite hacer una investigación, yo investigo. Para mí siempre ha sido importante que las cosas que hago sirvan. Y sirvan en dos sentidos: en el mío, es decir, que le sirva a la racita que está haciendo esfuerzos y, al mismo tiempo, que permita cumplir los requerimientos institucionales, como los requisitos del SNI”. Y remata la idea: “Que el trabajo llegue a donde tiene que ir”.
Al preguntársele cuál considera que es su contribución al campo académico, dice que el estilo transdisciplinar para trabajar. En todas sus investigaciones, dice, ha involucrado a estudiantes, becarios, colegas académicos e investigadores y, enfatiza, personas y actores de la sociedad civil. Siempre. Lo participativo arriba enunciado se convirtió en práctica académica e impronta metodológica.
Noemí Gómez Gómez ha recogido las huellas del camino andado, pero esto no significa que no haya más camino por recorrer. “Todavía tengo sueños”, dice y agrega: “Quiero seguir dando mis talleres a los sectores populares, quiero hacer radio comunitaria, escribir cosas más sencillas, accesibles para las personas, grabar reels, seguirme divirtiendo en la vida”, ahora fuera del ITESO, al que describe como “un espacio lindo para habitar”.
Concluye la charla con una anécdota. Dice que en el auge neoliberal, a finales de los ochenta y principios de los noventa, comenzaron a llegar a la ciudad universidades con muchas “amenidades” que usaban como gancho para atraer estudiantes. Esto abrió muchos debates sobre el camino que habría de seguir el ITESO. ¿Debía convertirse en una universidad de mercado? Recuerda Axel Didriksson, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, dijo entonces: “Ustedes no tienen necesidad porque ustedes tienen identidad y corazón. Lo único que tienen que hacer es reforzar su identidad”. Noemí Gómez retoma los dichos de Didriksson y dice que “el ITESO existe porque es una universidad confiable que sigue buscando cómo ser eficiente y tener corazón”.